A la hora de promocionar una película, los productores atienden todo detalle. Uno de los más importantes es la concurrencia a los preestrenos, que suelen estar reservados para figuras públicas, especialmente del espectáculo y que rebosen glamour. Cuando los políticos están en la cresta de la ola, les suelen llegar invitaciones de ese tenor, y tanto unos como otros saben posar, mostrarse ante las cámaras y cuantificar el rédito que les da esa exposición.
Los estrategas de “Me casé con un boludo” están restregándose las manos. La foto multiplicada miles de veces y que fue objeto de infinidad de risas y comentarios, donde se ve a Vicky Xipolitakis y a José Ottavis (ella desde lo alto, producto de su 1,71 de estatura y de unos inmensos tacos; él, mirándola desde abajo, a una cabeza de distancia) disparó el conocimiento popular del filme de Juan Taratuto, que hoy llega a las salas del país.
La extraña pareja de la modelo y el diputado (y el anuncio de su futura boda) eclipsó tanto la presencia en el lugar del presidente Mauricio Macri y de su esposa, Julieta Awada, como la propia repercusión de la película, que quedó en segundo plano. Pero mientras la taquilla responda, poco importará el episodio.
El guión está escrito para el lucimiento de la pareja central, que componen Adrián Suar y Valeria Bertuccelli, quienes hace ocho años mostraron la excelente química que proyectan desde la pantalla en “Un novio para mi mujer”, que dirigió el propio Taratuto. De hecho, fueron los protagonistas los que sugirieron la idea central.
En esta entrega, Suar es Fabián Brando, el más renombrado actor del país y quien se considera a sí mismo como el más talentoso. Bertuccelli es la contrafigura, ya que su Florencia Córmik es una actriz mediocre en ascenso pero todavía poco conocida. Entre ambos florece el amor, que germina en matrimonio al poco tiempo. En plena luna de miel, comienzan los desaguisados.
La insegura Florencia descubre pronto que su flamante esposo no es el caballero que personificó en la ficción, sino una sucesión de lugares comunes, previsible, egocéntrico y aburrido, aunque tenga buenos deseos y se esfuerce. En definitiva, se enamoró del personaje y no de la persona, lo cual deberá tratar de corregir ahora para no explotar.
La frase que le da el título al filme es pronunciada por la esposa desilusionada a un grupo de amigas, pero la escucha su pareja. En vez de entregarse al destino y deshacer el matrimonio, decide cambiar y conquistar a su mujer. Un buen plan, pero de dudoso resultado como lo muestran los avatares del guión escrito, con pulso firme, por un gran conocedor de la comedia argentina, Oscar Moreno.
El pasar un buen rato con un relato fácil y de ritmo ágil y parejo es la misión que encara Taratuto. El objetivo del público será reír, y los comentarios previos indican que actores, guionista, director y espectadores están en la misma (y feliz) sintonía.
Taratuto sabe cómo hacerlo, porque nada como un pez en la comedia desde su debut con “No sos vos, soy yo”, aunque no tenga los mismos resultados con otros géneros, como se vio el año pasado, con la sobrevalorada “Papeles en el viento”.